Queridos amigos GeaXplorers:

La mayoría de nosotros vivimos completamente desconectados de la Naturaleza. Sí, ya lo sé…¿no fatiga un poco tanto bombardeo sobre el cuidado del Medio Ambiente?. Tenemos tantas cosas en la cabeza en nuestro día a día…¿de verdad tenemos que preocuparnos sobre los pájaros o los ríos?

Seguramente te vas a sentir identificada con este cuadro:

Eres una mujer que trabaja dentro y fuera de tu hogar. Tienes hijos, tienes pareja y estás ahogada, superada en una dinámica en la que cada día es idéntico al anterior, e igual al siguiente. La hipoteca, el jefe, los altibajos de tu pareja, el colegio de los niños con sus actividades extraescolares. No puedes más. Todas las noches, cuando los niños se acuestan, sólo puedes aguantar veinte minutos en el sofá antes de quedarte dormida.

“Y ahora vienen estos pelmazos…que si el orangután, que si el pájaro no sé qué, que si la Amazonia…¡por favor, sólo quiero que me dejen agonizar en paz!”

Sin embargo, fíjate en una cosa.

Cuando llega el fin de semana, normalmente lo que haces es reunir a toda la familia, meterla en el coche y pasar el día en el campo. Un picnic, juegos con los niños…y esa paz inexplicable que sólo sientes cuando estás paseando por el bosque mientras los niños descubren animalitos con los ojos como platos.

Porque ésa es otra. “¡Mira, mamá, he visto un zorro!, ¡qué pasada!”. “Mamá…mira qué mariposa tan bonita hay aquí”

Tú misma a veces te quedas embobada escuchando el canto de un pájaro que no eres capaz de ver, pero sí de escuchar. Te toca una fibra interior que apenas recordabas que tenías. Recuerdas tu infancia en el pueblo de tus abuelos. Viene a tu memoria cómo tu abuelo te llevaba de la mano por el bosque y te decía…”¿oyes este canto?, es un mirlo”, o cuando te explicaba que estas huellas eran de un conejo y que este agujero que había bajo un árbol era una tejonera…

Cuando llegas por la noche a casa, agotada pero feliz por el día pasado con la familia…piensas que esa felicidad y ese bienestar han tenido mucho que ver con un bosque y unos animalitos. Porque los humanos tenemos inscrita profundamente en nuestro código genético una nostalgia de la Naturaleza. En ella, nuestra mente se equilibra y entonces entendemos quiénes somos y adónde pertenecemos.

Queridos amigos GeaXplorers:

El pasado sábado 28 de septiembre guiamos un grupo de personas en un paseo  en el cual hicimos dos cosas: observación de aves y localización de los restos de la Guerra Civil que se conservan en este parque de Madrid.

¿Por qué “Aves y Búnkeres”? ¿por qué juntar dos cosas tan dispares?. Vivimos en tiempos de enorme especialización. Si buscamos una ruta guiada, encontraremos que sólo nos enseñan fauna, o sólo senderismo, o sólo patrimonio cultural…pero en GeaXplora pensamos que un territorio es la suma de su patrimonio natural, geográfico, histórico, etnográfico y antropológico. Y por eso diseñamos lo que llamamos “rutas holísticas”, que integran todos los aspectos de un territorio para comprenderlo.

Así, hicimos un recorrido circular que unía los restos que la Batalla de la Ciudad Universitaria (noviembre de 1936) ha dejado en la Dehesa de la Villa, que fue parte del frente de batalla. Unos restos desconocidos, muy poco documentados, y para lo que realizamos una importante labor previa de investigación. Por otro lado, mientras hacíamos este paseo, nada nos impedía estar pendientes de las aves que podían salirnos al paso, pues nos encontramos en pleno paso migratorio posnupcial, en uno de los parques urbanos con mayor presencia de aves.

Pudimos observar las siguientes especies:

-Piquituerto (Loxia curvirostra), toda una rareza en los parques madrileños

-Pico picapinos (Dendrocopos major)

-Papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca), que en esta época del año es más visible en los parques puesto que emigra a África

-Paloma torcaz (Columba palumbus)

-Urraca (Pica pica)

-Mito (Aegithalos caudatus)

-Agateador europeo (Certhia brachydactyla)

-Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros)

En cuanto a la parte “histórica” del paseo, pudimos localizar y observar cuatro búnkeres: dos situados cerca de los túneles de Sinesio Delgado, otro bajo el Cerro de los Locos y el último hacia el final del recorrido, junto a la Universidad Antonio de Nebrija. Por cierto, que el Cerro de los Locos recibe su nombre de los primeros “sportsmen” que, a principios del Siglo XX, practicaban deporte en Madrid, una costumbre tan extraña entonces que les llamaban “locos”.

Además de los búnkeres, localizamos dos conjuntos de trincheras, muy bien conservadas: en la falda del Cerro de los Locos y también en el terreno que va entre este cerro y los terrenos de la Ciudad Universitaria. También en el hueco de la entrada de un antiguo refugio subterráneo.

Sin duda, organizaremos más ediciones de este interesantísimo paseo, ya que cada estación del año ofrece sus especies de aves para observar. Merece la pena conocer unos restos históricos tan desconocidos para los madrileños. Espero os animéis para la siguiente edición los que no os hayáis inscrito en ésta.